La absorción de la Caja de Castilla La Mancha (CCM) por Cajastur ha sido el acontecimiento financiero más importante que se ha producido en Asturias en bastantes años. Con toda seguridad, su dimensión más visible y positiva es lo que tiene de refuerzo de la autoestima regional. No es poca cosa el contraste entre la sucesiva venta de las principales empresas asturianas (Banco de Asturias, Banco Herrero, Hidrocantábrico), con la consiguiente pérdida de influencia y de peso económico, y esta adquisición de una entidad financiera foránea de mayor tamaño. Quien se presenta a un concurso lo hace para ganarlo, y en este sentido es muy bueno que los asturianos, en cualquier ámbito, se acostumbren a ganar y no sólo a optar a la cuota que les corresponda por población o, mucho peor aún, por proceder de una región poco desarrollada. Aunque se trata de dos asuntos que nada tienen que ver entre sí, no conviene olvidar la reciente selección de la Universidad de Oviedo entre las 15 que optan al Campus de Excelencia Internacional, que también supone el reconocimiento de un puesto muy superior al que tantas veces se nos quiere asignar.
Desde el punto de vista económico, todo indica que esta integración incrementará el peso de la Caja asturiana en el cada vez más difícil mundo de las entidades de crédito. En la alternativa entre absorber o ser absorbido (puesto que, si se abre el melón de las fusiones, muchas no serán entre iguales), este movimiento aleja seguramente el riesgo de que Cajastur se disuelva en otra entidad mayor y con sede fuera de Asturias. Tampoco hay que pensar que esta operación se asemeje a aquellas antiguas en las que el Banco de España señalaba con el dedo a una entidad de crédito saneada, «invitándola» a absorber, a sus expensas, a otra prácticamente quebrada para evitar escándalos y conseguir que los trapos sucios se lavaran en casa (un procedimiento que resultó letal para el antiguo Banesto, por ejemplo), y tampoco hay que recelar de la negativa expresa de La Caixa a absorber a la CCM, puesto que seguramente en el caso de Cajastur concurren factores favorables (comenzando por la nula implantación de la entidad asturiana en La Mancha, que evita la redundancia de oficinas) que se han sabido aprovechar.
En lo que se ha reparado menos es en que con esta operación se ha conseguido, ante el silencio forzoso de unos (puesto que la situación de la CCM no dejaba demasiadas opciones) y el desconocimiento de la mayoría, romper el tabú de la privatización de las cajas de ahorros, hasta ahora considerada imposible salvo que se cambiara la legislación de cajas.
Cajastur y la CCM no se han fusionado. Ninguna de ellas ha absorbido a la otra y tampoco han desaparecido ambas para dar lugar a una nueva y única caja de ahorros. Lo que ha sucedido es que la CCM ha cedido a un banco privado -propiedad de Cajastur- la totalidad de su negocio bancario (no una parte de él, ni unas cuantas oficinas), recibiendo a cambio el 25% de las acciones de ese banco. La CCM es la primera caja de ahorros española en ser privatizada, con la única particularidad de que el banco que la ha «comprado» pertenece, a su vez, a una caja de ahorros.
Más información: Lne.es
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